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La presencia etarra en Cuba dejó historias de fugas y apariciones inesperadas

Después de casi 60 años de existencia, con más de 850 muertos a sus espaldas, ETA anunció el pasado jueves su disolución.

La presencia de etarras en Cuba se remonta a hace más de 30 años y aunque hoy no hay constancia exacta de cuántos quedan en la isla, en las crónicas quedan rocambolescas situaciones como un intento de fuga en velero a Venezuela o la reciente aparición de un prófugo de la cárcel en 1985.

Después de casi 60 años de existencia, con más de 850 muertos a sus espaldas, ETA anunció el pasado jueves su disolución, sin conseguir ningún objetivo político y con casi 300 terroristas en cárceles de España y Francia, y otros fugitivos en Latinoamérica.

La primera llegada documentada de miembros de ETA a Cuba se remonta a mayo de 1984, cuando arribaron desde Panamá José Antonio Mugica Arregui, José María Larretxchea Goñi, José Miguel Arrugaeta, José Ansola Larrañaga, Jesús Abrisketa, Carlos Ibarruren y un séptimo cuya identidad no se precisó en aquel momento.

De ellos, Larretxea Goñi falleció en la isla en 1997 a los 52 años tras una larga enfermedad.

En noviembre de 1997, el diario español ABC publicó que el etarra Miguel Angel Apalategui, alias "Apala", vivía refugiado en Cuba junto con otros once miembros de ETA, aunque la información fue negada dos días después por un portavoz del Gobierno cubano, que afirmó que "carecía de fundamento".

"Apala" perteneció al Comando Donosti de ETA y estuvo acusado del asesinato, en julio de 1976, del también dirigente etarra Eduardo Moreno Bergareche "Pertur", además de varios atentados contra militares y guardias civiles.

Según el rotativo español, en aquel momento también había en Cuba otros ocho miembros de la banda deportados al país caribeño por las autoridades españolas tras el fracaso de un intento de diálogo en 1987: José Miguel Arrugaeta (que formaba también parte del grupo llegado desde Panamá en 1984), Elena Bárcenas, Luciano Eizaguirre, Amaya Eguiguren, Josu Abrisqueta, Ignacio Rodríguez Munoa, Ignacio Echarte y José Angel Urtiaga.

En esa información el diario aseguraba asimismo que en Cuba vivían también refugiados los etarras Ramón Echevarría Garitacelaya y Francisco Javier Pérez Lecue, además de José Antonio Múgica Arregui (perteneciente asimismo al grupo de 1984).

En el año 2002, un portavoz diplomático cubano reconoció la presencia de al menos una docena de etarras en la isla, aunque aclaró que su presencia no se debía a que "el Gobierno cubano les albergue, sino por una solicitud que fue cursada por el Gobierno español en los años ochenta".

Esa solicitud se enmarcó en la política de deportaciones de etarras detenidos en Francia negociada entre el entonces presidente del Gobierno español, Felipe González, y el Ejecutivo de París.

En septiembre de 2011, Venezuela devolvió a Cuba a los etarras Elena Barcena Argüelles, Francisco Pérez Lekue y José Ignacio Etxarte Urbieta, que días antes trataron de llegar a las costas del país suramericano a bordo de una embarcación de recreo con bandera española.

El propio Gobierno cubano alertó de la fuga, y pocos días después la Justicia española pidió a la isla la extradición de Etxarte Urbieta, que había sido deportado en 1986 por las autoridades francesas a Cabo Verde, desde donde huyó a Cuba.

El caso más reciente documentado es el del escritor y exmiembro de la banda Joseba Sarrionaindia, que se fugó de la cárcel hace 32 años y permaneció en paradero desconocido hasta que en noviembre del 2016 concedió una entrevista a varios diarios vascos en los que aseguraba que hace años que vive en La Habana "haciendo vida normal".

Las causas en las que se encontraba implicado en la Audiencia Nacional por su pertenencia a ETA han prescrito y Sarrionaindia, que escapó de la prisión de Martutene escondido dentro de un altavoz tras un concierto, ocupa una plaza de lector en la Universidad de La Habana por el Instituto Etxepare, dedicado a la difusión de la lengua y cultura vascas.

 

Lorena Cantó-EFE

 

 

 

 

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